Las presentes instrucciones son para aquellos que ignoran los peligros de los IDDHI (1) inferiores.
Aquel que pretenda oír la voz del Nada (2) «el Sonido insonoro», y comprenderla, tiene que enterarse
de la naturaleza del Dâranâ. (3)
Habiéndose vuelto indiferente a los objetos de percepción debe el discípulo ir en busca del Rajá (rey)
de los sentidos, al Productor del pensamiento, aquel que despierta la ilusión.
La Mente es el gran destructor de lo Real.
Destruya el discípulo al Destructor.
Porque:
Cuando su propia forma le parezca ilusoria, como al despertar, todas las formas que en sueños ve.
Cuando él haya cesado de oír los muchos sonidos, entonces podrás discernir el UNO, el sonido interno que mata el externo.
Entonces únicamente, y no antes, abandonará la región de Asat, lo falso, para entrar en el reino de Sat, lo verdadero.
Antes de que el alma pueda ver, debe haberse alcanzado la Armonía interior, y los ojos carnales han de estar cegados a toda ilusión.
Antes de que el alma pueda oír, es menester que la imagen (hombre) se vuelva tan sorda a los rugidos como a los susurros; a los bramidos de los elefantes furiosos, como al zumbido argentino de la dorada mosca de fuego.
Antes de que el alma sea capaz de comprender y recordar, debe estar unida con el Hablante silencioso, de igual modo que la forma en la cual se modela la arcilla, lo está al principio con la mente del alfarero.
Porque entonces el alma oirá y recordará.
Y entonces al oído interno hablará
LA VOZ DEL SILENCIO,
y dirá:
Si tu alma sonríe mientras se baña en la luz del Sol de tu vida; si canta tu alma dentro de su crisálida de carne y materia; si llora en su castillo de ilusiones; si pugna por romper el hilo argentino que la une al MAESTRO (4) sabe, discípulo, que tu alma es de la tierra.
Cuando tu alma en capullo (5) presta oído al bullicio mundanal; cuando responde a la rugiente voz de la Gran Ilusión; (6) cuando temerosa a la vista de las ardientes lágrimas de dolor, y ensordecida por los gritos de desolación, se refugia tu alma, a manera de cautelosa tortuga, dentro de la concha de la PERSONALIDAD, sabe, discípulo, que tu alma es altar indigno de su «Dios» silencioso.
Cuando, ya más fortalecida, tu alma se desliza de su seguro refugio, y arrancándose del tabernáculo protector, extiende su hilo de plata y se lanza adelante; cuando al contemplar su imagen en las olas del Espacio, murmura: «Éste Soy yo», declara, discípulo, que tu alma está presa en las redes de la ilusión.(7)
Esta tierra, discípulo, es la Mansión de dolor, en donde hay colocados, a lo ]argo del Sendero, de tremendas pruebas, diferentes lazos para recoger a tu YO, engañado con la ilusión llamada «Gran Herejía».(8)
Esta tierra, oh ignorante discípulo, no es sino el sombrío vestíbulo por el cual uno se encamina al crepúsculo que precede al valle de la luz verdadera; luz que ningún viento puede extinguir; luz que arde sin pabilo ni combustible.
Dice la gran Ley: «Para llegar a ser CONOCEDOR del YO ENTERO (9) debes primeramente ser conocedor del YO». Para lograr el conocimiento de tal YO, tienes que abandonar el Yo al No-Yo, el Ser al No-Ser, y entonces podrás tú responder entre las alas de la GRAN AVE. (10) Sí, dulce es el reposo entre las alas de aquello que no ha nacido ni muere, antes bien es el AUM a través de las eternidades (11)
Monta en el Ave de Vida, si pretendes saber.(12)
Abandona tu vida, si quieres vivir.(13)
Tres Vestíbulos, oh fatigado peregrino, conducen al término de los penosos trabajos. Tres Vestíbulos, oh vencedor de Mara, te conducirán por tres diversos estados (14) al cuarto, (15) y de allí a los siete mundos, (16) a los mundos del Eterno Reposo.
Si deseas saber sus nombres, oye y recuerda:
El nombre del primer Vestíbulo es Ignorancia (Avidya).
Es el Vestíbulo en que tú viste la luz, en que vives y en que morirás.(17)
E] nombre del segundo es Vestíbulo de la Instrucrión.(18) En él encontrará tu alma las flores de vida, pero debajo de cada flor una serpiente enroscada. (19)
El nombre del tercer Vestíbulo es Sabiduría, más allá de la cual se extienden las aguas sin orillas de AKSHARA, la fuente inagotable de Omnisciencia.(20)
Si quieres cruzar seguro el primer Vestíbulo, haz que tu mente no tome por la Luz del Sol de Vida los fuegos de concupiscencia que allí arden.
Si pretendes cruzar sano y salvo el segundo, no te detengas a aspirar el aletargador perfume de sus flores. Si de las cadenas kármicas quieres libertarte, no busques tu Gurú en aquellas mayávicas regiones.
Los SABIOS no se detienen jamás en los jardines de recreo de los sentidos.
Los SABIOS desoyen las halagadoras voces de la ilusión.
Aquel que ha de darte nacimiento, (21) búscalo en el Vestíbulo de la Sabiduría, el Vestíbulo que está situado más allá, en donde son desconocidas todas las sombras y donde la luz de la verdad brilla con gloria inmarcesible.
Aquello que es increado reside en ti, discípulo, como reside en aquel Vestíbulo. Si quieres llegar a él y fundir los dos en uno, debes despojarte de las negras vestiduras de la ilusión. Acalla la voz de la carne, no consientas que ninguna imagen de los sentidos se interponga entre su luz y la tuya, para que así las dos puedan confundirse en una. y tan pronto te hayas persuadido de tu propio Agnyana, (22) huye del Vestíbulo de la Instrucción. Este Vestíbulo, tan peligroso en su pérfida belleza es necesario sólo para tu prueba. cuidado, lanú, no sea que, deslumbrada por el resplandor ilusorio, se detenga tu alma, y en su engañosa luz quede presa.
Esta luz radiante emana de la joya del Gran Engañador (Mara); (23) hechiza los sentidos, ciega la mente, y convierte al incauto en un náufrago desvalido.
La pequeña mariposa, atraída por la deslumbradora luz de tu lámpara de noche, está condenada a perecer en el viscoso aceite. El alma imprudente que deja de luchar aferrarla con el demonio burlón de la ilusión, volverá a la tierra como esclava de Mara.
Contempla las legiones de almas. Mira cómo se ciernen sobre el proceloso mar de la vida humana, y cómo exhaustas, perdiendo sangre, rotas las alas, caen una tras otra en las encrespadas olas. Sacudidas por los huracanes, acosadas por el furioso vendadal, precipítanse en los regolfos, y desaparecen abismadas en el primer gran vórtice.
Si desde el Vestíbulo de la Sabiduría pretendes pasar al Valle de Bienaventuranza, cierra por completo tus sentidos, discípulo, a la grande y espantable herejía de separatividad que te aparta de los demás.
No permitas que tú «nacido del Cielo», sumido en el mar de Maya, (24) se desprenda del Padre Universal (ALMA) , antes deja que el ígneo Poder (25) se retire al recinto más interno, la cámara del corazón (26) y morada de la Madre del Mundo.(27)
Entonces, desde el corazón aquel Poder ascenderá a la región sexta, la región media, el lugar situado entre tus ojos, cuando se convierte en el aliento del ALMA UNA, la voz que todo la llena, la voz de tu Maestro.
Sólo entonces podrás tú convertirte en «Paseante del Cielo», (28) que con su planta huella las auras sobre las olas, sin que a su paso los pies toquen las aguas.