lunes, 19 de noviembre de 2007

Bodichita

La esencia de la bodichita

Enrique Arias Valencia
El futuro del que se puede hablar no es el verdadero futuro.
De la tradición budista

Si usted tiene un gato, es seguro que alguna vez ha observado que cuando el animal busca afecto, se tiende de espaldas y le ofrece la pancita para que la acaricie. Quizá lo que usted no sepa es que el punto más vulnerable del gatito es el vientre, y el hecho de que el felino se tienda de espaldas es una señal de ternura; es como si dijera: “Confío en que no me vayas a lastimar cuando descubras mi punto débil”. Y acariciar el punto débil del gato lo hace ronrronear. Si un enemigo alcanzara a morder la zona del estómago, el gato sería víctima fácil de una herida mortal. Al estar vivos, todos tenemos un punto débil.
El corazón humano también tiene un punto siempre abierto, suave y sensible, desde el cual se puede percibir al tacto nuestra relación con el mundo. Desde un punto de vista psicológico parece que tenemos una herida permanente que no sana.
Los sabios budistas aprendieron de su maestro que el punto débil de nuestra alma es la mente iluminada, bodichita en lenguaje técnico. Una monja budista tibetana, Pema Chödrön sostiene que la bodichita “Se equipara, en parte, a nuestra capacidad de amar”. Fijémonos en el ejemplo del gato. Cuando el gato nos quiere más, es cuando se rinde a nuestra confianza. Nuestra mascota no sabe qué es lo que está por venir, pero lo que recibe es una caricia.
Confiar en el porvenir es un aspecto en el cual nuestra mente se muestra más abierta. Imaginar el futuro de nada sirve, sino para que nos sorprendamos con su caprichoso desarrollo. Nos cambiamos a un barrio que no conocíamos, entablamos amistad con los nuevos vecinos y un buen día nos aventuramos en el bosquecillo que rodea nuestra casa de los suburbios. Cuando le tomamos afecto a la casita, es tiempo de marcharnos porque las cicunstancias así nos lo piden. La bodichita tiene el poder de ayudarnos a admitir que el desapego no significa que el tomarle cariño a las cosas está mal, como tampoco está mal tener que abandonarlas si el destino nos lo exige.
También puede suceder que tengamos un amigo desde hace varios años, muy serio y correcto. El tipo jamás ha roto un plato, y un día nos dice que se ha casado con la primera tiple de un cabaret. Su acto nos sorprende y nos divierte. No sabemos que sucederá con nosotros y con nuestros amigos. La incertidumbre puede ser iluminada con la valentía del desapego y el buen humor de la esperanza.
Lo que sucedió tras el terremoto que sacudió a la ciudad de México en 1985 nos mostró otra de las formas de la bodichita. Hubo varias personas que se ofrecieron a ayudar y en forma espontánea descubrieron que tenían vocación como agentes de tránsito, enfermeras, socorristas, proveedores de alimentos gratuitos y hasta topos.
Los topos se dedicaban a cavar en las paredes de los edificios colapsados en busca de vida. En el Centro Médico, para asombro de todos, sepultados en las ruinas varios recién nacidos lograron sobrevivir días enteros, hasta que fueron rescatados. La vida de la mente iluminada, bodichita, puede aflorar hasta en los niños más pequeños.
Un mensaje secreto pero siempre accesible para ser descifrado, nos lo da la bodichita cuando nos damos cuenta de que ningún acontecimiento tiene derecho a amargar nuestra vida. Es como si desrrolláramos una relación personal con Dios. Podemos estar tristes, pero sabemos que tenemos la mejor de las compañías. Y de manera paradójica podemos añadir: podemos estar felices pero no sabemos qué será de nosotros en el instante siguiente. Abandonémonos a este descubrimiento.
Estar vivo es tener sensaciones. Las sesaciones nos conectan con los sentimientos. Emociones y sentimientos son los aspectos que nos descubren el dolor y la compasión, la alegría y el amor. Todos ellos manan de la misma fuente cuya esencia nos descubre la raíz de lo humano y la esencia de lo vivo.
Así pues: ¿cuál es la esencia de la bodichita? Esto es más facil de sentir que de definir, pues el reino de la mente iluminada es de este mundo, aunque la mente iluminada a su vez nos dice que en este mundo se sufre porque creemos estar separados del todo. Cuando nos integramos con el mundo, cuando nos damos cuenta de que formamos parte indisoluble del todo, la bodichita nos permite recibir una caricia en esa herida que parece que siempre estará abierta.
Estas reflexiones fueron inspiradas a la luz de las enseñanzas del budismo Tibetano.

3 comentarios:

Velocet dijo...

Joder, entonces creo que mi bodichita está de vacaciones en el Tibet :/

Cucaracha homicida dijo...

El mío trabaja en una tienda de alimentos naturistas y hace rastas a domicilio por las tardes.

P.D. Sergio, deja esa mierda en cuanto puedas, que cualquier día te veo con un poncho y con una varita de incienso en el culo.

(Por cierto, a ver si te llamo y te comento, que creo que te conseguí algo)

Muases!

Velocet dijo...

Pues entonces nuestras bodichitas se conocen: la tuya le hizo unas rastas a la mía antes de que (la mía) regresara al Tibet. Qué pequeño es el mundo de las bodichitas!