El día de la cueva mis ojos se acostumbraron a la oscuridad
Tras unos segundos
-como dijo mi hermano-
La pupila desenfocada
Cueva que significa Madre
Un sitio tan antiguo
Como las edades de los hombres
No sentí miedo.
Recoveco del inicio de los principios que empiezan
Y empiezan
Para la liturgia
Sacralizado por alguno
Por tantos…
Que foliaron a la Venus
Y la llevaron a algún jardín demoníaco
Al lado de un olivo cercenado y centenario
Para hacerle olvidar de dónde venía.
El cambio tiene el particular de ir seguido de nuevos cambios
Si abres algo no se vuelve a cerrar
Hay más espacio para llenar
Cómo se puede rendir alguien aquí
Cómo se puede tener miedo a algo que ocurre
Fuera de la cueva
Mis ojos volvieron
Con la mirada de dentro
4 comentarios:
Supongo que juegas con ventaja, hoy es fácil, pero me has hecho llorar.
"Cómo se puede rendir alguien aquí
Cómo se puede tener miedo a algo que ocurre
Fuera de la cueva
Mis ojos volvieron
Con la mirada de dentro"
Increíble.
Siempre ha despertado en mí cierta curiosidad el proceso por el cual las segundas y terceras lecturas abren nuevas formas de ver. Aquí me has obligado a una segunda y la tercera la he hecho por gusto ^^
Los ojos deberían estar preparados para la luz de fuera, para la oscuridad de dentro y para los apagones del camino. Pero somos tan defectuosos...
:)
No tanto como nos pensamos velocet. Con mucha tierra encima, eso sí.
Sello de triple lacra.
1).- Dentro:
Cuando somos de la no luz
el latido-armonía
que es sol sonoro
es el músculo materno
que riega sangre
como versos alimenticios,
como roja marea
que hasta el último
día de nuestra vida
resonará delator
de nuestro origen y deuda.
Somos de la no luz,
recuérdese en verano,
cuando la arena, el agua, la luna del coche espejean un astro exhortador.
2).- Fuera:
En la intemperie
todo es cambio. I Ching.
La inestabilidad
y lo imprevisible
tienen pequeños
paréntesis, breves lapsos
de aparente quietud.
pero en justicia,
somos movimiento,
siempre, incluso
cuando desaparecemos.
Al gran robo, al himen
usurpado por la furia del deseo no empático,
llamaron algunos
trofeo de la cultura,
pero podría la madre
augurarle
al desfoliador
un átomo de ceniza no caduca.
Olvidar es hacer posible
el retorno. Y el lugar
no
existe.
3) Cambio:
Cuando vuelves
tras la herida,
sin la inocencia,
sin la oscuridad
inviolada,
a plena luz del día
todos los caminos
serpentean
como cobras vengativas.
No temer, no temblar
sería traicionarse
y desprenderse
de la última huella
del vientre,
del saber no escrito
ni aprehensible.
Desde el miedo,
desde la duda,
desde la precariedad
salta.
salta.
salta.
Que no hay nada seguro, pero en tu salto está la única razón de seguir defendiendo la madre, la palabra, el vivir de los vástagos, la herencia de los exiliados, la pobreza de un poeta que te lee
con la orfandad irrevocable y el abrazo a flor de desventuras.
Tu Víctor
(¡Qué buen triple poema, el que nos dejas a todos, desde Lu, a Lu, desde todos!)
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