Poema de amor II

Yo te amo con incontinencia y susurros, te amo con gravidez de muñeca y con
sábados y lunes,
te amo con peceras y bucles, con pensamientos negros y países sin visitar
con tardes de oscuridad incipiente con sofás y abrazos sobre la manta azul.

Te amo con clasificación y caos, con gotas de sangre con piedad con prisa
con miedo y tractores, con audacia y operaciones, con enfermedad con muerte
con prisa y maleficencia.

Con animales domésticos con el cuerpo yuxtapuesto como mártir y gorda como
salvaje y siempre
a tu perfume
a lo incomensurable de la boca cerrada o abierta.

Te amo en la ideología y las ruedas bajo la pesada carga que amenaza con el odio
que le es propio a los grandes actores con las rayas de una cárcel
sobre la piel con la libertad de un insecto que vive sólo
24 horas.

Te amo estallando y muriendo en la risa en la impotencia en la ciudad
(que ya es difícil)
permanecer humano y permanecer frágil, ser real y no una conquista
de un gobernante
ciego.

Te amo otra vez bajo los pósters de torsos desnudos, en el carbón y
el desvanecimiento, eso Arturo, sería siempre
lo más fácil, dejar de morirme
cada vez que das un paso
en mi contra, o vuelves la cabeza y el pelo se mueve en el adiós y
la espera.

Los poemas de amor no son lo mío, siempre quedan así, como edulcorados aunque
el dolor
los mueva
y los ordene.

Los traiga a la boca y los
escupa.