jueves, 27 de marzo de 2008

La corona de espinas
chorreando sus últimas estrellas se marchita
VICENTE HUIDOBRO


PROCESIONARIAS
Tan sólo habrá un lugar
para aquellos que sienten las vísceras llenas de odio:
arrogantes,
que no conocen los escrúpulos ni la vergüenza,
capaces de conciliar el sueño
aun sabiéndose causantes de la desdicha
ajena;
para aquellos que se jactan de sus propias miserias,
orgullosos de sus hijos,
porque éstos siempre tendrán
ante quien poder postrarse
de rodillas.

Tierra de ofensas,
perpetua cuna de Grandes:
arrozales anegados de un rencor inconfesable.

Escuchad atentos cómo doblan a lo lejos
las campanas
mientras desciende la procesionaria
de las copas más altas
de los pinos,
incendiados sus nidos,
acomplejada...
Ninguneada.
¡Pero con el pecho bien henchido
de su estúpido orgullo de casta!
¡A qué viene tanta soberbia!

¡Y cómo acatan silenciosas el ultraje!

Cuando vengas llorando...
Pero tú no puedes ver.


No quieres.

2 comentarios:

meigan dijo...

Me ha gustado...desgarrador...besos

Javier Uve dijo...

Gracias por tu lectura, Meigan. Besos para ti también.