Como las cruces de oro blanco en tu espalda
relatando tantas guerras perdidas...
Azote de infierno helado que te recubre
el iris azulado de tanta mentira...
Puedes decir las palabras perfectas
sin esperar el instante eterno de perderte...
Se juega en silencio en el tejado tejido
de suerte que hiere un alma...
Suena breve pero intenso el amanecer
de tantos sabores podridos de realidad..
Verte abrumada de sueños y castillos,
de niña a princesa muerta en tu propio corral.
3 comentarios:
no sé si bueno o malo pero a mí me gusta mucho.
Algo adentro huele a azufre.
Y un sibilino, metálico son,
de fondo.
Meigan, inquietante poema. A seguir.
Un abrazo,
Viktor
Gracias Victor.
Me encanta tu comentario :)
Besos!
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