En abril
se levantan con la escarcha
tallos negros.
Germinación de la ausencia.
En la tierra fría. En el desnudo suelo.
Se levantan tallos negros.
Aullidos enterrados,
de un lustro vencido
brotan verticales
contra la nieve, frente al viento.
Minúsculos, colosales tallos negros.
En su temblor, hijos
del hijo que no vuelve.
Un nudo de hojas oscuras
habitan el amor y el dolor.
Nada más.
5 comentarios:
Nada más y nada menos... "Minúsculos, colosales tallos negros" Este poema a caballo entre la abstracción y lo intencionado, que bebe de aguas "Vicentinas" (no, de ése no, de Aleixandre)y que recopila un quinquenio de crespones enlutados, alerta y convulsiona.
Hace cinco años gritábamos por las calles: "No a la guerra".El gobierno de Sharon anunció el cierre total de los territorios palestinos y dispuso el bloqueo de Gaza y Cisjordania. Hace un lustro murieron Robert Palmer, las siamesas iraníes, Compay Segundo y se salvo de la lapidación Amina Lawal... ¿Por quién de ellos, amigo mío, crecen tus tallos negros? ¿Por todos? Un lustro para no olvidar "al hijo del hijo que no vuelve" Amor y dolor jamás contrarios, anudados el uno al otro trepan historia arriba. Qué pesado soy, otra vez he de decirte: De lo mejor que te leí, formidable, compi, formidable.
Julio
"En su temblor, hijos
del hijo que no vuelve"
Los tallos que solo crecen...y habitan tal vez en un olvido que no se anunció...buscando...
Me encantó, nada más ;)
JULIO:
Esa que no se descubre magia, creadora de la ficción de lo real, esa
que no escatima en imaginación para mostrar lo que es la vida del día tras día, esa
es tu gracia, compañero.
En lo histórico,
en lo versado y veraz,
antes que cronista,
poeta
y antes que escribir desde la telerrealidad
eclosionar en lo imaginal,
aproximar al lector
a esos pequeños retazos de inenarrable subjetividad desde la que el mundo y sus chanzas es indisimuladamente imperfecto, irremisiblemente expoliado, mentido, precario de afectos y ríquisimamente devastado.
Caimanes cenaran
mis huesos.
Antes, antes del crujir
de homoplatos y tibias,
de costillas y caderas,
que crujan estas letras
de fósforo y calcio,
de ira y transparencia,
como los tendones que
sujetan el presente,
como las velas que empujan
una nave de desesperada errancia...
Tu Víktor
Meigan:
En la relectura y respiración que se acompasa queda liberado el verso, queda el dolor ungido, insalvable la herida, creciendo, creciendo.
Gracias por tu empatía y a la vez por tu subjetiva, acertada recreación.
Tu Viktor
Bueno bueno.
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