lunes, 1 de octubre de 2007

Teatro

"Va de colores"


Reza una leyenda en el idioma, lengua, dialecto, requerido.
La escena está a oscuras. Un golpe de luz ilumina las tablas. Y se acomoda regular en intensidad y se mantiene discontinua pero acompasada, en un repetitivo sonido que no cesa, en toda la acción. Dos piedras golpeándose. Dos golpes seguidos entre dos piedras, tras el segundo, en el doble espacio de tiempo, otro que cierra la serie, total tres.

Ambiente de intervalos luminosos a golpe de piedra. Y se ilumina la escena, el tiempo que dura la frecuencia y la intensidad de su sonido.

Según el contraste, los actores parecen moverse a una velocidad concreta, empieza larga y espaciosa. Incrementándose el ritmo, al final parecen ir en cámara rápida.

El escenario es la mitad de un hexágono. Las paredes son espejos. Dando efecto de más de lo que parece.

Se ven varias figuras, más de las que en realidad hay. Con las caras pintadas. De diferentes colores: azules, rojos y verdes. Las ropas, las mismas para todos, sólo hay diferencia entre mujeres y hombres.

Los azules.

Pasan el tiempo en un rincón. Frotándose las manos: sonríen, y girando la cabeza, desconfiados, de vez en cuando, hacia atrás: se vuelven circunspectos.

Normalmente sentados, siempre tienen motivos. Cada azul tiene su rincón. Sólo se levantan para alejar a los verdes de su lado, tras arrebatarles lo que llevan en las manos: agua, hielo o aire.

Temen o envidian a los rojos, a ellos les miran serio. Hay cobardía en sus ojos.

Los rojos.

Se mueven aunque no mucho. Cuando llevan algo en la mano, se vuelven azules y buscan su rincón. Parecen defender a los verdes. También pueden volver a los verdes, azules. Son tan numerosos como los azules.

Los verdes.

Es de lo que más hay. Están en continuo movimiento. Van tras las manos vacías a volver a llenarlas. Se vuelven azules o rojos.

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