lunes, 14 de enero de 2008

César Vallejo (Trilce)

He almorzado solo ahora, y no he tenido
madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua,
ni padre que, en el facundo ofertoriode los choclos,
pregunte para su tardanzade imagen,
por los broches mayores del sonido.

Cómo iba yo a almorzar. Cómo me iba a servir
de tales platos distantes esas cosas,
cuando habráse quebrado el propio hogar,
cuando no asoma ni madre a los labios.
Cómo iba yo a almorzar nonada.

A la mesa de un buen amigo he almorzado
con su padre recién llegado del mundo,
con sus canas tías que hablan
en tordillo retinte de porcelana,
bisbiseando por todos sus viudos alvéolos;
y con cubiertos francos de alegres tiroriros,
porque estánse en su casa. Así, ¡qué gracia!
Y me han dolido los cuchillos
de esta mesa en todo el paladar.

El yantar de estas mesas así, en que se prueba
amor ajeno en vez del propio amor,
torna tierra el bocado que no brinda
laMADRE,
hace golpe la dura deglución; el dulce,
hiel; aceite funéreo, el café.

Cuando ya se ha quebrado el propio hogar,
y el sírvete materno no sale de la
tumba,
la cocina a oscuras, la miseria de amor.

César Vallejo (Trilce)

5 comentarios:

Poesia dijo...

La primera vez que leí el poema me sobrecogió...y hoy sigo estremeciéndome cada vez que lo leo, sigue haciéndome partícipe de su angustia y soledad.

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Del dolor, hay homónimo, César Vallejo. A mi me pone a temblar este poema. No se que balbucir, y no hace falta,

Tu Viktor

Daniel Munin dijo...

Y me han dolido los cuchillos
de esta mesa en todo el paladar.

Velocet dijo...

Los alegres tiroriros resultan irónicamente siniestros en este poema...

Just a piece of perfection :)

Luciérnaga dijo...

oh sí.