Imagínate, que somos energía, el nacimiento de toda luz…La divinidad sobre la tierra. Nosotros, todos.
Y sobre esta luz que todos somos, haciendo lo que existe, de la forma que existe, durante miles y miles de años. Hemos ido poniéndonos barreras, de la concepción que sea, tomado sobre lo que ocurre, que por otra parte, es lo que hacemos que suceda.
Nada existe, si no estamos para darle existencia. Universo consciente. Coartado por las cosas que se han ido poniendo para expresar esto. Condicionada la realidad por los agujeritos por los que la miramos.
¿Verdad?, la que quieras que sea.
Empezando y empezando. Ilusiones que se ensartan a los ojos en cada pestañeo.
Pero somos todo lo que nos rodea, somos Dios. Como todo es todo, y se soporta a su vez sobre la nada, y también lo es. Capaces de hablar de algo y llegar a lo contrario.
Cuando no se piensa, se da espacio, y se actúa, en el ahora, ante lo que se siente en presente constante de cada segundo. Y hay una voluntad no guiada por el Ego que solamente participa del movimiento, vives, sabiéndote vivo.
Son sólo palabras y pensamientos, y no hay que pensar, hay que actuar. Poder empezar así y llegar a decir, lo contrario. Eso, es caer en la trampa. La ambigüedad de todo.
Imagina, que somos energía que proviene de la misma fuente, del mismo aliento de vida que posibilita la vibración del mundo subatómico, de lo pequeño a lo grande.
Y ahora, deja de imaginar, deja de soñar, deja de pensar. Siéntelo, pero sobretodo, vívelo.
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