camina enroscado, dudoso
los ángeles habitan la muerte de tus clavos,
para anunciar en los árboles
que reclamo tu mejilla sobre mi regazo culpable,
el ademán inocuo de saberte mía
en las tardes vidriosas
con la solvencia frágil
de una lágrima que baña
una existencia ruinosa
parece (y es) en enero cuando
no hay nada más útil que la espera
y los niños graban canciones
sobre las cintas viejas de sus padres
para volver temprano a tu vientre besado,
con la mirada sobre un abismo
envuelto en ceniza volátil
y metales oxidados
en silencio excediéndome
contra el colchón
maldigo ahora el signo aprendido
y el nombre olvidado;
ruinosa existencia la nuestra,
pendiente de un gesto,
como Durham:
un caballo de reserva
hurgando en los pronombres;
-ella y yo- deshaciéndonos
en la mímica retorcida de los labios
considerando absurdo mantenerse despierto
con los ojos cerrados.
Es entonces cuando amarte se convierte
en algo minucioso;
te ensucio, es así
como me enredo en las alambradas,
apagando cigarrillos en los manantiales
que nos amparan.
el temor a la derrota es tal
que imagino tu espalda
en pretérito imperfecto,
defectuoso como cada uno
de de mis dedos inútiles
duermes y piso tus sueños tibios,
cubro la nieve que arde
en las huellas fugitivas
de una despedida
entendida como un naufragio
vuelven los abrazos henchidos de sobras,
tu caja de recuerdos desvencijada,
y esa tendencia a hablar de ti
a los desconocidos
vuelve la silenciosa multitud gritando
en busca de habitaciones asépticas
y mascarillas de gas,
tristes como el alcohol en la calle,
como los cables aislados,
triste como la certeza de carecer de sentido
sin esta memoria.
y qué ridícula la gente que nunca te ha besado,
que triste toda esa gente que no te busca
entre las multitudes sin nombre
qué pequeños los dedos que no te buscan,
minuciosa es la tarea de esconderte,
las llamas se alzan sobre los cuartos traseros
desafiando tu aliento
quizás no desborde en tu garganta mi nombre
y el pronombre oscurezca mi cara,
quizáslos bares entierren la fatiga crónica
de tu espera, quizás,
sí, quizás.
será entonces cuando amarte se convierta
en algo peligroso.
aún así seguiré tus pasos,
seré la mano entre tus piernas
arrancando maleza,
cavando tumbas
dibujando astillas en caricias obscenas
susurrarte algo a oscuras, por ejemplo
que los verbos inician todas mis entrañas,
y es cierto, si
pero tú las concluyes.
3 comentarios:
me sabes tuya o te sé mío?
a ver si nos aclaramos que nuestros poemas no concuerdan!!
te echo de menos. y ahora más, "sabiéndote despierto".
17 20-
El primer poema me encantaba ya, pero ahora con ese final.... buf. un 12.
voy a leer el dos.
Me gustaba más el otro final:
y es cierto, sí,
tú, las concluyes.
Pero precioso. Me parece precioso. Hay un montón de imágenes con las que mequedo, sobre todo tras seguir sus pasos.
Por otro lado veo una pequeña influencia filológica... no te estarás tirando a alguna filologucha, verdad? tanto pretérito tanto verbo???
Tu poesía va creciendo, en mi opinión, estupendamente.
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