- LXXVI -
recuerdo que la explosión cosechó muertos enteros
y trocitos de muertos
voces y bocas bien lindas justo al lado de gritos recientes
bajó la bolsa
sobraban muertos por todas las calles
trocitos de muertos por el aire
los diarios compusieron sus ofertas:
“pague dos y llévese tres pague tres y le regalamos un nicho”
“si lo encuentra más muerto –sin sorteos- dos noches en Irak“
había tantos que se pudrieron sin llegar a generar memoria
Julio Obeso González
4 comentarios:
Gracias compi, muchas gracias. De cuando en vez y viceversa, ahora que este mundo se nos ha vuelto pequeño en distancias, los horrores deberían tener una mayor incidencia o comprensión. Bagdad, Somalia, los Balcanes, están a menos de cinco horas de nuestra cómoda paz, de nuestras dilatadas conciencias sin tensión. ¿Te imaginas? Si una confusión en un billete nos bajase en un destino ¿equivocado?, descubriríamos el verdadero espíritu de los anuncios: "¡Cambie de aires! ¡Venga al festival del fuego! ¿Estresado?: Baños de barro y golf". A menos de cinco horas de nuestro café favorito, de los parques donde juegan nuestros hijos, el aire sólo es respirable si los pulmones están hechos al azufre y al hedor, de la carne reventada. El espectáculo de los fuegos artificiales queda empequeñecido por el del FUEGO a ráfagas, por el FUEGO natural, por el FUEGO maldito sin control... Y sí, los hoyos de esos campos están rodeados de césped desatendido, no guardan lo estándares de ninguna federación, el barro suele ser la única mortaja durante mucho tiempo, hasta un alto el FUEGO pactado que permitirá recoger a cada bando, lo que queda de los suyos. De eso hablo en este ¿poema?, que tu percepción trae a esta página.
Gracias compi por tu impagable y solidaria amistad.
Un abrazo.
Julio
Joder! Pedazo poema y una vez más, puta realidad.
Enhorabuena Julio, por lo que te he leído, que ha sido poco pero intenso.
Besos,
lu.
Julio:
Ah, pero que el poema estaba en el comentario?
Resulta imposible corregirle, perdonadme. Se poema encima y ya veis, nos inunda.
Los médicos ya nos advirtieron, denle tres veces al día antipoesimina. Pero ni así. Sus ojos hierven y sus manos revolotean a cada golpe de suerte, a cada salto del día, en cada espina del zarzal.
Paciencia, paciencia. Quizá alguna cure. Entretanto, he aquí su verso irrefrenable, su prosa canalla: Julio Obeso, mi hermano.
Víktor
Lu:
Ocurre que conforme se le va leyendo, su leyenda se confirma. Escribe desde tan adentro, tan adentro de nuestras miradas, que apenas reconocemos su campo de batalla: nuestra vida.
Un beset.
Viktor
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