Apelaría al pragmatismo más ortodoxo de todos
para desbaratar nuestra concepción de la poesía.
Quizá sea simplemente el tintineo de un cascabel
y después la funda,
la huella íntegra, impoluta,
de su anterior habitante,
la serpiente.
Y ahora,
¿Qué hacemos con la funda?
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