lunes, 19 de mayo de 2008

Perdida la justicia queda la costumbre.
La costumbre es fiel, creyente, débil
y principio de confusión.
LAO TSE

AMANTES EN ÓRBITA
(O TU DOSIS DE MORFINA CON EL TRAJE DE LOS DOMINGOS)
Ante un puñado de cadáveres resecos
que, arañándose las cuencas de los ojos,
exprimen las últimas gotas cosechadas
de rutina insoportable
y anhelan volver a la fosa;
exhibiendo la obscenidad en sus propios mausoleos,
nos recuerdan cada instante los que ya no viven:
"¡Hasta que cubran nuestros cuerpos
bajo un manto de hambre insaciable!"

Todavía.

Y señalan
y murmuran
y maldicen y condenan
-para toda una eternidad, ¡Nada menos!-
a los que preferimos el dolor a la morfina:
porque el placer y el dolor forman parte de lo mismo
y se complementan:
amantes en órbita,
como la plenitud y el vacío,
la felicidad y la tristeza.

Y nos escupen a la cara con total impunidad
toda clase de advertencias encubiertas
y amenazas que hacen poso
en los caldos de ponzoña que preparan
con recetas milenarias,
y con ese tono empalagoso,
fraudulento,
del que intenta emular sin haberla sentido
tan siquiera una vez en su vida,
la caricia sincera
de una voz que nos ama y nos llama a la calma,
que consigue estremecernos cuando erramos
(puesto que en ella somos y en ella nos reconocemos),
y entonces nos besa los párpados:
cuando el eclipse culmina
y nos invade la ira.

3 comentarios:

Cucaracha homicida dijo...

Decía Faulkner por boca de uno de sus personajes:

“Si tuviera que elegir entre el dolor y la nada, elegiría el dolor”


empiezo a pensar que no tengo ideas originales, incluso seguro que no soy el primero que piensa esto...

gracias por compartir :)

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Sospecho que el Gari es un alien en el cuerpo de un muchacho. No puede ser que tenga tantas referencias, tantas lecturas en su chola. Hay truco. Debe ser un alien de 70 años.

De tu poema, Javier, antes de volver a su relectura, atisbo esa necesidad de comprender cómo sentimos y qué hacer ante la gran tensión que generan agentes externos a nuestro cotidiano interrelacionarnos. Al menos, el título de amantes, alude a la interrelación y en órbita un poco a lo errático y extraño que es ir viviendo en el riesgo de lo imprevisible. Ya sé que lo he dicho antes, pero me gusta repetirme, si la vida es azar y cálculo, ante las opciones de dolor o nada, escojo dolor, pero no para transitarlo, sino para atravesarlo. Cosa que no sé si soy capaz. Cosa ella que me puede ocupar toda la existencia.

Un cordial saludo,

Viktor

Javier Uve dijo...

¿Qué tal, amigos? Agradezco vuestras palabras y vuestro tiempo.

Gari:
Creo que no tiene por qué preocuparnos en absoluto el hecho de ser originales. Los primeros en algo suelen ser a menudo personas solitarias, y qué aburrido debe de ser el diálogo incesante con uno mismo, día tras día, ¿no crees?

Viktor:
Jeje. Pues no sé muy bien si nuestro compañero es en realidad un extraterrestre, pero sin duda hay que ser un tipo valiente para sumergirse en la obra de Faulkner: un hueso duro de roer, a mi modo de ver. En cuanto al poemita, pienso que a nuestro alrededor se producen con frecuencia muchos movientos cíclicos que nos resultan difícilmente perceptibles y que sin embargo terminan por sucederse o incluso solaparse. Algunas veces por pura casualidad y otras muchas porque nuestra capacidad para comprender determinadas ordenaciones suele ser bastante limitada. Por lo menos en lo que a mí respecta.
Y con el dolor pues ocurre lo mismo: nos atraviesa y también somos capaces de atravesarlo a él. Conseguimos superar etapas dolorosas, aunque siempre quede algún resquicio, puede que hasta un aprendizaje, pero no cabe duda de que nos hace sentirnos vivos.
¡Saludos para ambos!