miércoles, 7 de mayo de 2008

Jorge Riechmann: aprendizaje y disciplina de un escritor

Pregunta - ¿Cuáles han sido los puntales básicos en tu aprendizaje como escritor? ¿Te has sometido o te sometes a algún tipo de disciplina literaria? ¿Naciste o te hiciste escritor? ¿Crees únicamente en el trabajo diario o le otorgas algún papel a la denostada inspiración cuando encaras el folio/ la pantalla en blanco?


Jorge Riechmann: He mencionado ya dos de los puntales básicos: en los años de adolescencia, los dos círculos de diálogo y experiencia humana y literaria que constituían mi grupo de amigos letraheridos por un lado, y la relación con Pepe Mascaraque por otro. Creo que aprender idiomas -sobre todo francés y alemán en mi caso; inglés en menor medida- es fundamental para un escritor joven: abre horizontes, y quita mucho pelo de la dehesa poseer en su lengua original al menos otra gran literatura a la escrita en la lengua materna de uno. Con la primera traducción de Char que hice para Hiperión -La palabra en archipiélago- tuve una gran fortuna: poder discutirla línea a línea con un traductor paciente y avezado, Ramón Buenaventura. Fue una de las experiencias más instructivas de mi vida. No he asistido a escuelas de letras o talleres literarios.


Creo que la disciplina de quien escribe poesía no es tanto una disciplina literaria como una disciplina de vida. Cierta determinación y terquedad en la aventura de vivir. En un poema he escrito que los poetas no son ciudadanos especiales. La materia de su vida cotidiana es la de cualquier hijo de vecino. Quizá lo que diferencie a un poeta sea la calidad de su atención, el empeño de vivir hasta el fondo, el trabajo de elaboración -consciente o inconsciente- de sus vivencias. Está siempre de servicio, hasta durante el sueño (algunas escuelas poéticas dirían que sobre todo durante el sueño). En cierto sentido vive hacia el poema: pero como esta actitud, las más de las veces, no es fruto de un esfuerzo voluntario sino más bien un hábito adquirido, la cosa no resulta tan agotadora como podría parecer. Vive así hacia el poema: pero el poema llega, cuaja, cristaliza, se escribe cuando él quiere (o sea, en cualquier momento del día o la noche, incluyendo la ducha, la duermevela y el autobús). La experiencia del puñado de versos, o a veces el poema entero, escritos a vuelapluma como recogiendo un dictado es tan conocida que no vale la pena detenerse en ella. No hay ahí ninguna comunicación numinosa: estamos recogiendo el fruto de lo que nuestra atención y curiosidad sembró durante aquel vivir hacia el poema.

De manera que el disciplinado trabajo diario -en el sentido de: levantarse a las siete y sentarse delante del ordenador- me sirve para escribir ensayo sobre ecología o sobre política, pero no para escribir poesía (que anoto en cuadernos que siempre llevo conmigo, y soy incapaz de escribir directamente al ordenador).

5 comentarios:

Anónimo dijo...
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Cucaracha homicida dijo...

Vaya, mara, inteligentísima observación (no).

Seguro que si haces un poco de esfuerzo y lo lees sin pensar en quién lo ha podido decir, puedes extraer algo sustancioso. Si no, tiene ud. un problema. O quizás lo tenga yo, vaya, lo que me faltaba!

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Mara, ¿qué Mara?

Ayss, Cuc, tanto Raid no es bueno para la salud.


"Creo que la disciplina de quien escribe poesía no es tanto una disciplina literaria como una disciplina de vida."

¿no crees, Gari, qué si esto lo aplicasemos todos no se darían tantos fraudes en los podiums, en las listas dé ventas, en los escaparates?

Como en todo, empezaré por barrer mi casa.

Un abrazote,

Viktor

Elena D.C.A. dijo...

Viktor, yo últimamente he barrido mucho mi casa pero creo que debería de pasarle una fregona de vez en cuando...
¡Muchas gracias por compartir este fragmento de una entrevista a Jorge Riechmann!
Un abrazo

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Si, Elena, que al menos tengamos la casa limpita y ordenada, por si algún dice aparece de sorpresa la musa.

Este PoÉtico pensador, Riechmann, es un pozo sin fondo.

Entre tanto leer y vivir, esperamos a la Invitada.

Un beset

Viktor