lunes, 1 de septiembre de 2008

Cuando la sangre hubo dejado de fluir
de mi organismo hacia fuera
tuve la recurrente alucinación vampírica necesaria
para comprender que la naturaleza no estaba sino
cobrándose algo que ya en un principio
era suyo.

2 comentarios:

Javier Uve dijo...

Una reflexión (o sensación: realmente no sé muy bien dónde está la diferencia) interesante.

Un saludo, Adrián.

Velocet dijo...

Gran imagen la que evocas, dura y sencilla. Y además escrito de puta madre :)