martes, 4 de marzo de 2008

(Haber reescuchado un poema de Quique Falcón, leer a Laura Giordani y a Arturo Borra, en resumen, hoy ha sido un día duro para la conciencia de una burguesita acomodada que al llegar la noche va, y se siente mal consigo misma.)


(Foto del blog de Laura Giordani)

Me sangra el clítoris,
no es una metáfora, me sangra el clítoris, como a una puta, me sangra el clítoris.
Hago un torniquete con los conductos venales de mi infancia
como anudándome las converse,
siempre yo, siempre yo, mi sangre, mi clítoris.
Soy incapaz de bajar al fango, de revolcarme y saborear el llanto del hambre y de la metralla
aquí arriba se está muy bien, cambiando las sábanas cada semana,
teniendo insomnio por problemas de estrés.
¡De estrés! Mientras que allí no hay tiempo para estresarse
porque allí el tiempo es para ponerse a salvo, ni siquiera para cavar
o para mirarse a los ojos antes de decirse hastanunca.
Y yo a la hora de la merienda me abro en canal y con el dedo remuevo mis tripas
con la misma preocupación con la que remuevo el café tras la comida,
y pienso en si irme a Compostela o a Australia para seguir siendo
más lista
más fuerte
más independiente
más más
sin tener que preocuparme por ser
masacrada.