sábado, 10 de mayo de 2008

Soy consciente de mi incapacidad
para cambiar el mundo.
Y no creo que nadie tenga una palanca
tan poderosa como para conseguirlo.
Pero no por ello me lamento
ni intento situaros en la piel
de unas posibles antípodas vitales africanas.

No estoy en condiciones de hablar
sobre las múltiples epidemias de cólera
que asolan parte del planeta.

Puedo, en cambio, comunicaros formalmente
que muero de vergüenza
si me sorprendo pensando
que la historia la escriben los vencedores,
para justo después
sorprenderme escribiendo
este poema.

1 comentario:

Anónimo dijo...

te entiendo...