Extraído del blog de M www.yoetc.blogspot.com
(El poema ha sufrido una minúscula adaptación por mi parte. Básicamente se resume en un palito. Porque sí.)
(Gracias a M por las traducciones.)
CINCO MANERAS DE MATAR A UN HOMBRE
(Edwin Brock)
Hay muchas formas rebuscadas de asesinar a un hombre.
Puedes obligarle a que cargue con una cruz de madera
hasta la cima de una montaña y, una vez allí,
clavarle a ella. Para que esto salga bien
hace falta una muchedumbre que calce sandalias,
un gallo que cante, un manto para disecarlo, una esponja,
un poco de vinagre y un hombre capaz de martillear
los clavos en el punto preciso.
Otra forma es buscar un trozo de acero
de forma y hechuras tradicionales
con el que atravesar la jaula de metal que lo protege.
Si te decides por esta, necesitarás cabellos blancos,
árboles ingleses, hombres con arcos y flechas,
al menos dos banderas, un príncipe
y un castillo donde celebrar el banquete.
Si no eres escrupuloso, entonces también puedes,
si el viento lo permite, asfixiarlo con gas. Para esto
necesitarás: una milla de fango tallada por trincheras,
botas negras, cráteres de bombas, más fango,
una plaga de ratas, algunas docenas de canciones
y unos cuantos sombreros circulares hechos con acero.
En una época con aviación, puedes desde luego volar
muchos metros por encima de tu víctima y liquidarla
con tan solo pulsar un botoncito. Todo cuanto necesitas,
en este caso, es un océano que os separe, dos
sistemas de gobierno, a los científicos del país,
algunas fábricas, un psicópata y un trozo de tierra
que nadie vaya a necesitar durante algunos años.
Estas son, ya lo dije al principio, algunas formas rebuscadas
de matar a un hombre. Pero hay otra más sencilla, directa
y mucho más limpia: asegurarse de que vive en algún lugar
del siglo XXI, y dejarlo ahí.
(Edwin Brock)
Hay muchas formas rebuscadas de asesinar a un hombre.
Puedes obligarle a que cargue con una cruz de madera
hasta la cima de una montaña y, una vez allí,
clavarle a ella. Para que esto salga bien
hace falta una muchedumbre que calce sandalias,
un gallo que cante, un manto para disecarlo, una esponja,
un poco de vinagre y un hombre capaz de martillear
los clavos en el punto preciso.
Otra forma es buscar un trozo de acero
de forma y hechuras tradicionales
con el que atravesar la jaula de metal que lo protege.
Si te decides por esta, necesitarás cabellos blancos,
árboles ingleses, hombres con arcos y flechas,
al menos dos banderas, un príncipe
y un castillo donde celebrar el banquete.
Si no eres escrupuloso, entonces también puedes,
si el viento lo permite, asfixiarlo con gas. Para esto
necesitarás: una milla de fango tallada por trincheras,
botas negras, cráteres de bombas, más fango,
una plaga de ratas, algunas docenas de canciones
y unos cuantos sombreros circulares hechos con acero.
En una época con aviación, puedes desde luego volar
muchos metros por encima de tu víctima y liquidarla
con tan solo pulsar un botoncito. Todo cuanto necesitas,
en este caso, es un océano que os separe, dos
sistemas de gobierno, a los científicos del país,
algunas fábricas, un psicópata y un trozo de tierra
que nadie vaya a necesitar durante algunos años.
Estas son, ya lo dije al principio, algunas formas rebuscadas
de matar a un hombre. Pero hay otra más sencilla, directa
y mucho más limpia: asegurarse de que vive en algún lugar
del siglo XXI, y dejarlo ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario