miércoles, 16 de enero de 2008


(PERO TE IRÁS A BERLÍN)

Como un alcaraván te robo el nombre,
y lo esculpo sobre esta mesa cálida
de cerezo, que algún día alguien decidió talar.
te recuerdo, entonces, regalándole lágrimas a Gamoneda
leyendo en él
lo frías que estaban tus sábanas
antes, justo antes, de mí.
Podría escribir sobre mis pezones azules,
ese azul de tus ojos,
y rogarte que no te vayas,
regalarte un mundo
rojo y amarillo
dibujado con tiza molida,
decirte que a lo mejor es verdad
todo aquello que siempre callo.
decirte, por ejemplo, que tus labios
tienen el mismo sabor
que la tirita de mis pupas
y que estás grabado en mí
como una escultura al limón
sobre la piel del mármol.
O podría confesarte y explicarte
que no con todos los hombres
después de un orgasmo
lloro.

podría.